UN HÉROE
POCO CONOCIDO: el Dr. Semmelweis
El Dr. Semmelweis descubrió que los médicos lo estaban haciendo mal y su descubrimiento salvó miles de vidas... y hubiera salvado más si le hubieran hecho caso antes.
La situación
previa al descubrimiento.
Desde que el ser humano fabrica y maneja
herramientas ha empleado su ingenio también en el desarrollo de técnicas
quirúrgicas cada vez más sofisticadas. Pero hasta la revolución industrial (finales
del siglo XIX) no se vencerían los tres principales obstáculos con los que se
encontró esta especialidad médica desde sus inicios:
1.
la hemorragia,
2.
la infección.
3.
el dolor.
Y conseguir vencer estos
obstáculos costó.
Por ejemplo, la primera vez que se utilizó éter
como anestésico fue en 1842. Los antisépticos no se empiezan a usar hasta 1865. En 1901 se describió el sistema de ABO
y en 1940 el sistema Rh, sin esto las trasfusiones sanguíneas no funcionarían.
La existencia de microbios y del mecanismo del
contagio para explicar las causas de las enfermedades nace como teoría
alrededor de 1870, pero no se demuestra y no se acepta comúnmente aún.
-Pasteur, en 1871 sugirió a los médicos de los
hospitales militares hervir el
instrumental y los vendajes. Describió un horno, llamado "horno
Pasteur", útil para esterilizar instrumental quirúrgico y material de
laboratorio. La esterilización por vapor se empieza a usar en 1886.
-El uso de gorro, mascarilla y guantes de algodón
en el campo quirúrgico es de 1887.
-El primer cirujano en emplear guantes de goma en
el quirófano lo hizo en 1890
(Los Rx se descubrieron en 1895)
-La idea de que una bacteria puede provocar una
infección, y una enfermedad y que esa bacteria puede contagiarse de una persona
fue premio Nobel para Koch (descubrió el Bacilo de Kock que causa la
tuberculosis) en 1905.
-La Penicilina se descubre en 1928
(pero no se empieza a usar hasta varios años después. El primer ser humano
tratado con penicilina purificada fue en 1941. El paciente mejoró al principio
pero falleció porque no se le pudo administrar suficiente fármaco, se les
acabó, y aún no había forma de sintetizar grandes cantidades. Un laboratorio
químico tuvo que hacer la inversión para desarrollar un método químico de conseguir penicilina y así comenzó el
reinado de las empresas farmaceúticas, (pero esa es otra historia…)
Cirugía usando una técnica de asepsia. Los cirujanos siguen sin usar guantes, mascarilla o ropa limpia.
CONCLUSIÓN: Todos los avances tardaban en
extenderse y generalizarse mucho más que ahora. La idea de los gérmenes como
causantes de enfermedades y su transmisión no había nacido (aunque por aquel
entonces las medicinas tradicionales empíricas ya tenían sus miles de años). La mayoría de los
logros de la medicina son muy recientes, quizá por ello la esperanza de vida a
aumentado varias décadas desde entonces: higiene, vacunación, antibióticos…
(1818- 1865) fue un médico ginecólogo húngaro que
intentó durante su carrera salvar la vida de las mujeres que daban a luz, que
eran muchas. Fue denostado por la
comunidad científica de su época y acabó falleciendo a los 47 años en un asilo-manicomio
por el mismo tipo de infección de la que pretendía salvar a sus pacientes. Actualmente
es considerado una de las figuras médicas pioneras en antisepsia y prevención
de la infección iatrogénica. Sus ideas han salvado millones de vidas aunque tardaron
algunas décadas más en aplicarse.
Iba para abogado pero finalmente estudio medicina
en Viena. Sus profesores fueron algunos de los mejores médicos de su época:
Skoda, Rokitansky, Hebra…
Skoda fue un
fabuloso clínico famoso por el “nihilismo terapeútico”: si no sabes lo
que es lo mejor es no hacer nada. Y tenía razón. Hasta mediados del siglo XIX
la mayoría de los tratamientos médicos eran, en el mejor de los casos inocuos y
en no pocos casos directamente perjudiciales o causa de la muerte. Pese a los miles de años de
historia de la medicina no se sabía apenas nada.
Desde que Semmelweis descubrió la infección en cirugía no dejó de
pensar en ella "Todo lo que aquí se hace me parece muy inútil; los
fallecimientos se suceden de la forma más simple. Se continúa operando, sin
embargo, sin tratar de saber verdaderamente por qué tal enfermo sucumbe antes
que otros en casos idénticos".
Con 28 años se doctora en obstetricia y
ginecología y trabaja como asistente del profesor Klein, (que será su mayor
adversario), en una de las Maternidades del Hospicio General de Viena. Es el
comienzo de una obsesión.
El descubrimiento
Al poco tiempo de empezar a trabajar en la
Maternidad de Viena, Semmelweis comienza a observar con preocupación la alta
tasa de mortalidad entre las parturientas, entre fuertes dolores, fiebre alta y
una intensa fetidez.
En este hospicio se disponía de dos salas de
partos. En la primera sala la mortalidad media anual llega al 30% y los
primeros meses en los que Semmelweis empieza a trabajar llega al 96%. Hace
cálculos con un rudimentario método epidemiológico (y por entonces aplicar las
matemáticas a la medicina es también bastante revolucionario), compara su sala
con la otra, donde la mortalidad es
mucho mejor, busca diferencias, lee teorías de otros antes que él…
Se dad cuenta de que su sala es la sala de los
estudiantes de medicina y de él mismo. La
sala de al lado es la utilizada por las matronas y mujeres más pobres. Allí la mortalidad solo
aumenta cuando pasan los alumnos de
medicina. Algo están haciendo mal.
La diferencia que encuentra es que los alumnos de
medicina, y él mismo al enseñarles,
tocan cadáveres en la sala de anatomía y después atienden partos. Esto le lleva
a formular la ingeniosa (para su época) (y correcta) teoría de que las manos sucias
transportan algún tipo de "materia putrefacta" desde los cadáveres
hasta las mujeres, siendo ese el origen de la fiebre puerperal.
El doctor Klein no está de acuerdo con las
conclusiones de Semmelweis: sus propias teorías acerca del problema van desde
la brusquedad de los estudiantes a la hora de realizar los exámenes vaginales
hasta el hecho de que la mayor parte de ellos sean extranjeros (procedentes de
Hungría, sobre todo). Por aquel entonces se desconoce la existencia de los
microorganismos. La teoría vigente es la de los miasmas: conjunto de emanaciones fétidas de suelos y aguas impuras
causantes de enfermedad. De hecho las teorías anteriores eran mucho peores:
Cuando en el siglo XIV preguntaron a los médicos de la facultad de
medicina de la Universidad de París la causa de la peste negra de
1347-1351, todos los presentes determinaron por acuerdo, que era el
resultado de la corrupción del aire causada por la conjunción de Júpiter,
Saturno y Marte en 1345.
Se conservan algunas cartas de Semmelweis a su
amigo: "No puedo dormir ya. El desesperante sonido de la campanilla que
precede al sacerdote portador del viático, ha penetrado para siempre en la paz
de mi alma. Todos los horrores, de los que diariamente soy impotente testigo,
me hacen la vida imposible. No puedo permanecer en la situación actual, donde
todo es oscuro, donde lo único categórico es el número de muertos".
En 1846 decide instalar un lavabo a la entrada de
la sala de partos y obliga a los estudiantes a lavarse las manos antes de
examinar a las embarazadas, una medida revolucionaria. El doctor Klein se niega
a aceptar esta medida y a los pocos días
lo despide. Se va de viaje, intenta olvidar, pero entonces se entera de que su
profesor de anatomía acaba de morir tras producirse una herida durante una
disección y desarrollar unos síntomas similares a los de la fiebre puerperal. Se
convence de que la causa es alguna sustancia presente en los cadáveres, ya no
puede dejarlo.
El rechazo
Por influencia de Skoda, otro de sus profesores,
(“el nihilista”) es admitido como ayudante en la sala del doctor Bratch, la
sala de las matronas al lado de la de
Klein. Así vuelve a trabajar cerca de su profesor y adversario, cada uno en una
sala, con mucha tensión.
A petición suya los estudiantes de la sala del
profesor Klein pasan a la sala del profesor Bartch: ese mes la mortalidad en
esta sala sube del 9 al 27%. Un experimento fatídico.
Inmediatamente decide preparar una solución de cloruro
cálcico y obliga a todos los estudiantes que hayan estado trabajando en el
pabellón de disecciones ese día o el anterior a lavarse antes de examinar a las
embarazadas, con lo que la mortalidad desciende al 12%. Esperaba más, y no entiende el problema, pero tiene las pruebas
que busca. Durante meses realiza un minucioso trabajo descriptivo acerca de los
fallecimientos y las circunstancias en que se suceden, consulta los archivos y
registros de la Maternidad de Viena desde su apertura (unos 65 años de
archivos) y elabora tablas cruzando los datos de partos, defunciones y tasas de
mortalidad para esos años. Quiere demostrar sus teorías utilizando matemáticas
y estadística, demasiado para sus adversarios, otra vez se adelanta a su época.
Ese año diagnostica de cáncer de útero a una
mujer que se creía embarazada. Tras examinarla explora a cinco mujeres durante
el parto; las cinco mueren por fiebre puerperal. Cambia sus ideas: la manos pueden ser vectores
de transmisión de sustancias infectantes, incluso lavadas. Las sustancias
infectantes no provienen solo de los cadáveres.
Decide extender la práctica del lavado con
cloruro cálcico a cualquiera que vaya a examinar a las embarazadas y entre
paciente y paciente, y la mortalidad cae casi a 0. Tiene las pruebas, tiene los
datos pero… por vanidad o por envidia, los principales cirujanos y obstetras
europeos ignoran o rechazan su descubrimiento. Llegan a afirmar que no es
posible reproducir los resultados de su experimento, y que ha falseado las
estadísticas obtenidas, que algunos tampoco entienden. Solo cinco profesores le
mostrarán apoyo público: Skoda, Rokitansky, Hébra, Heller y Helm. Sin embargo
en la corte prevalece la opinión del doctor Klein, su vecino en el hospital y
adversario y en 1849 Semmelweis es nuevamente expulsado de la Maternidad por
agitador.
En palabras del profesor Hebra: "Cuando
se haga la Historia de los errores humanos se encontrarán difícilmente ejemplos
de esta clase y provocará asombro que hombres tan competentes, tan
especializados, pudiesen, en su propia ciencia, ser tan ciegos y tan estúpidos".
Semmelweis se marcha a Hungría en plena
revolución y un amigo lo encuentra meses después viviendo en la miseria, con un
brazo y una pierna fracturados, y hambriento. Gracias a él es aceptado en la
Maternidad de San Roque de Budapest como ayudante. Pasará los próximos años
escribiendo en secreto su principal obra y obsesión: De la etiología, el
concepto y la profilaxis de la fiebre puerperal.
Los últimos años de Semmelweis
En 1854 consigue
ser profesor de la Maternidad del clínico de la Universidad de Pest, por fin
puede mandar y que le obedezcan. A partir de ese momento prácticamente
desaparece la mortalidad por sepsis puerperal.
El ambiente hostil le empuja a escribir una carta
a todos los profesores de obstetricia:
CARTA ABIERTA A TODOS LOS PROFESORES
DE OBSTETRICIA
"¡Asesinos! Llamo yo a todos los que se oponen a las normas que he
prescrito para evitar la fiebre puerperal. Contra ellos, me levanto como
resuelto adversario, tal como debe uno alzarse contra los partidarios de un
crimen! Para mí, no hay otra forma de tratarles que como asesinos. ¡Y todos los
que tengan el corazón en su sitio pensarán como yo! No es necesario cerrar las
salas de maternidad para que cesen los desastres que deploramos, sino que
conviene echar a los tocólogos, ya que son ellos los que se comportan como
auténticas epidemias..."
Esto empeora su situación pública y comienza un
período de desequilibrio mental, pierde
amigos y aliados y llega a pegar pasquines por las paredes de su ciudad en los
que advierte a las familias de las mujeres embarazadas del riesgo que corren si
acuden a los médicos. Sufre alucinaciones, busca tesoros escondidos en las
paredes de su casa y es internado en un
asilo-psiquátrico. En abril de 1865, tras presentar síntomas de mejoría, es
dado de alta. Aprovecha su libertad para entrar en el pabellón de anatomía
donde, delante de sus alumnos, abre un cadáver y utiliza después el mismo
bisturí para provocarse una herida: enferma. Skoda acude a Budapest, pero tras
tres semanas de fiebre y los mismos síntomas que los de las mujeres que tantas
veces vio morir, él mismo muere a los 47 años en brazos de su profesor.
El Hospicio General de Viena tiene una
estatua que representa al profesor Semmelweis. Bajo la efigie se ha colocado
una placa con la inscripción: "El salvador de las madres".
NOTA: que se rieran
de él aunque tuviera razón no significa
que haya que darle la razón a cualquiera que cause risa. La historia también
está llena de “locos” que estaban equivocados. Sin embargo sí hay que mirar muy
bien las estadísticas y los datos, aunque rompan con la más afianzada de las
teorías. Son las pruebas lo que sirve, y ante las pruebas (evidencias) no hay
teoría que se resista.
Autor: Samuel Franco Domínguez
http://rehabilitacionblog.com
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