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sábado, 7 de enero de 2012

Benjamin Franklin y la electroterapia.



Aunque la electricidad se conoce desde la antigüedad las primeras máquinas capaces de generarla no aparecieron hasta el siglo XVII. Eran máquinas de fricción en la que una bola o más tarde un disco giratorios generaban electricidad estática. 


El gran avance fué poder acumular esa electricidad en una botella, un invento de Pieter van Musschenbroek


Este aparato, capaz por primera vez de acumular electricidad, es la Botella de Leyden, inventada en 1745 en la ciudad holandesa que le da nombre. 



 En el siglo XVIII la botella de Leyden se puso de moda en salones y círculos de sociedad como un aparato de tecnología punta, al igual que lo habían sido los aparatos rotatorios que generaban electricidad por fricción.

Ere frecuente un juego en  el que varias personas cogidas de la mano en círculo cerraban un circuito sobre una botella de Leyden. Se liberaba un gran potencial capaz de tumbar a una pesona, darle un buen susto o incluso matar a un pequeño animal. Este espectáculo "mágico" era llevado a cabo pori ndividuos sin formación física ni médica, dándola a probar a  curiosos y buscando cada vez más sofisticación, más efecto, chispas, sustos y... algún muerto.



Se cuenta que el abad y físico  Jean-Antonie Nollet fué quien acuñó el nombre de la botella y se convirtió en uno de sus más entusiastas propagadores. Hizo algunos experimentos espectaculares como trasmitir una fuerte sacudida a un corro de 180 miembros de la Guardia Real Parisina.  También hizo lo mismo con los monjes de un convento en la Cartuja.



Benjamin Frankllin se aficcionó a este entretenimiento. Supongo que es más conocido por  lo de la cometa en mitad de una tormenta para lograr captar un rayo, su invención del pararayos, las lentes bifocales o los catéteres urinarios.



Dados los espectaculares efectos de la electricidad y su halo de novedad se le atribuyeron toda clase de virtudes curativas.


Uno de los mayores entusiastas de la "electroterapia" fué el fundador de la  Iglesia Metodista Americana, John Wesley, que la recomendaba para más de 200 patologías distintas. Fué un gran entusiasta de la electroterapia  y llegó a usarla para todo tipo de dolencias, incluída la falta de fé. Una mezcla muy curiosa, la electroterapia, el espectáculo de magia, personas con sacudidas y convulsiones y la predicación ciudad  por ciudad.





 Arriba antiguo aparato de electroterapia construído por John Wesley. Cuando nuestra civilización estaba aún en su adolescencia y había muchas cosas por hacer a los hombres les daba tiempo a fundar religiones, presidir países, inventar máquinas  y  volar cometas en medio de la tormenta.

Otro famoso defensor inicial de la electroterapia fué Jean-Paul-Marat, más conocido por su fervor revolucionario en Francia, pero que también era médico y científico. Fué amigo de Benjamin Frankllin y probablemente quien le convenció para utilizar la electricidad de forma terapeútica. 



Los dos, Marat y Franklin comprendieron, cada uno por su lado,  que el entusiasmo inicial de algunos no estaba bien fundado. La electricidad no podía curar ni la epilepsia ni los  tumores malignos, por ejemplo, ni tampoco tenía efectos duraderos sobre la parálisis. El propio Franklin escribía esto, en una carta dirigida a la Royal Society of London:

Nunca ví ninguna ventaja permanente de la electricidad sobre la parálisis. Cuánta de la    aparente ventaja temporal podría deberse al ejercicio de los pacientes al venir diariamente a mi  casa, o del ánimo dado por  la esperanza del  éxito, capaz de hacerles ejercer más fuerza en mover sus miembros, no podría decirlo.

 Arriba fragmento de un articulo sobre los efectos de la electricidad en la parálisis escrito por Benjamin Franklin.


Julio Gonzalez Álvarez lo comenta así en su libro "Breve Historia del Cerebro:

Otro ejemplo más de espíritu perspicaz y honesto que busca la verdad antes de alimentar falsas creencias o mitos interesados. Nada le hubiera impedido montar su chiringuito y cobrar a tanto la sesión, a sabiendas, o sospechando, de que los aparentes efectos no eran reales. Muchos podrían tomar nota de esta actitud científica.

(Un libro que me encantó)


Desde luego hoy día, gracias a la FES (Electro Estimulación Funcional) sí estamos consiguiendo algunas cosas efectivas con la electrecidad como terapia (enlace a artículo científico abierto). La electroestimulación para el fitness, o simplemente para evitar la atrofia o ayudar a tonificar músculos mereceria una entrada completa: hay de todo en ello.

El caso es que pese a las prueba iniciales de su fracaso  muchos hicieron su agosto con la electroterapia, reinventándola cada 30 años de alguna forma. Esa historia es bien conocida.




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Autor: Samuel Franco Domínguez 

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